La felicidad depende de nosotros mismos.

El nacer supone, para cada uno de nosotros, un esfuerzo considerable que acaba exitosamente cuando mamá nos sostiene, por fin, en sus brazos.
Los que sabemos de esfuerzos, reconocemos la agradable sensación que nos invade cuando conseguimos alcanzar el objetivo fijado. De esta manera, pues, el nacer y nacer bien inunda nuestro cuerpo y alma de satisfacción y de alegría. Así podemos considerar que al llegar a la vida somos felices y experimentamos felicidad.

Al empezar a vivir, como si de un juego de cartas se tratara, cada uno de nosotros tenemos a nuestra disposición la baraja entera de naipes. Lo que hagamos con cada carta es y será siempre cosa nuestra. Cuanto más sepamos del juego que vamos a jugar, mejores jugadas haremos. Jugaremos sin faroles y con seguridad, aprendiendo, si estamos atentos, de los otros jugadores y de las jugadas maestras que hagan o no hagan. Asimismo, podremos aprender de los errores, tanto ajenos como propios, que vayamos cometiendo mientras dure la partida.
Si bien la mano de cartas está a nuestra disposición nada más al nacer, cierto es que desconocemos las normas del juego y no sabemos cómo manejarnos en él. Para enseñarnos cómo disfrutar de la partida, tenemos a nuestra vera a la familia y demás adultos que nos van instruyendo durante un tiempo para que después podamos seguir solos, tomando nuestras propias decisiones.
Aquí es cuando cobran especial relevancia las jugadas que vayámonos aprendiendo y las herramientas con las que podamos contar.
Si al nacer, nos encontramos con un entorno familiar repleto de sentido común, la tarea de aprender a vivir por cuenta propia va a realizarse con naturalidad y fluidez. Aunque, claro está, que si nuestros predecesores se manifiestan inestables y poco sólidos, nuestro aprendizaje va a costar un poco más. Cada uno, con todas las cartas a su disposición , y los maestros de vida que le hayan tocado, deberemos empezar a caminar.
No va a ser lo mismo sentir-se arropado que no sentirse. Los que hemos podido aprender de la mano de los padres y de maestros en mayúscula conocemos el verdadero sentido de educar. Ni protección excesiva, ni descuido. Amor y confianza.
Difícil equilibrio el que se debe hacer cuando se educa para la libertad.

“El vínculo que te une a tu verdadera familia no es el de la sangre, sino el del respeto y la alegría que tú
sientes por las vidas de ellos y ellos por la tuya”
Richard Bach

Resulta esperanzadora la importancia de la escuela como colaboradora activa en esta misión de instruir en habilidades y competencias. Entrenar y acompañar durante la instrucción es de una gran responsabilidad y cuánto más preparados estemos, mucho mejor. Debemos escoger instrumentos valiosos que les permitirán tomar las riendas de su vida, ya des de pequeños. Primero, claro está, con asistencia y, una vez adultos, autónoma y libremente.
¿Y cuáles son las habilidades que deberemos tener al llegar a la vida adulta que nos permitirán vivir autónoma y felizmente?
Evidentemente, en clase, no sólo deberemos aprender contenidos y estrategias mentales, que también. Nos conviene tener a nuestra disposición habilidades que nos permitan estar siempre presentes en la partida, conscientes de lo que hacemos y del porqué lo hacemos. Sentir y mostrar gratitud por la oportunidad de juego que tenemos nos hará felices. Ser pacientes y tenaces para preparar jugadas a medio y largo plazo, también. Y, lo más importante, tener la capacidad de dar la vuelta a jugadas desafortunadas que seguro vamos a tener y/o aceptar reveses que van a aparecer.

Para todo ello, familia y escuela. Y para la tarea que debe realizar la escuela, el programa FELICIDAD nos viene como anillo al dedo. Entrenar rutinas de pensamiento de forma natural prepara para que todos nuestros cuerpos, físico, mental, emocional y espiritual, funcionen a la perfección.
Así, pues, las dos preguntas que nos hemos formulado al inicio de este apartado tienen una respuesta afirmativa. Cierto es que venimos al mundo felices y de forma natural. Y no menos verdad es que llegamos a la vida también para ser felices, aunque de esta segunda parte, nos debemos ocupar de forma activa y con intención, cada uno de nosotros.

“Hacer las preguntas correctas requiere de tanta habilidad como dar las respuestas correctas”
Robert Half